BAILES TÍPICOS CANDOMBE Y CARNAVALITO
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BAILES TÍPICOS CANDOMBE Y CARNAVALITO
El Candombe
La palabra candombe aparece por primera vez en una crónica del escritor Isidoro de María (1808–1829). Su génesis se remonta hacia fines del siglo XVIII en el Uruguay y en Argentina, con su característico tamboril y sus personajes prototípicos. Originalmente concebida como pantomima de la coronación de los reyes congos, imitando en la vestimenta y en ciertas figuras coreográficas, las costumbres de los reyes blancos, aunó elementos de la religión bantú y la católica. En una etapa inicial se enriqueció con figuras de contradanza, cuadrilla y otros elementos coreográficos asimilados hábilmente de la cultura blanca. En la ciudad de Buenos Aires, los barrios de San Telmo, Monserrat, La Concepción y Santa Lucía, congregaban multitudes al compás de su ritmo. Fue decreciendo paralelamente con la extinción de la raza negra, diezmada por las guerras y epidemias, y con el caudal inmigratorio que desplazó a los morenos del servicio doméstico, de los oficios artesanales y también de los puestos callejeros.
El Carnavalito
Pertenece al grupo de las grandes danzas colectivas, es jovial, se ejecuta alegremente a modo de juego inocente y familiar. Se bailó en América desde antes del descubrimiento; ha perdurado y hoy sigue practicándose en la región del NOA, especialmente en el centro y norte de Salta y Jujuy. Los bailarines suelen moverse en torno a los músicos o en hilera. Una mujer o un hombre con un pañuelo (a veces un banderín con cintas) en la mano se encarga de dirigir a los demás. Todos cantan la misma copla o entrecruzan improvisaciones. Los danzantes forman filas del brazo o de la mano, también lo hacen los niños y hasta los lactantes sujetos a la espalda de las madres. Las figuras son sencillas: apenas la rueda, la doble rueda, la hilera de itinerario libre y algunas pocas más. Es común el trote, que consiste en una larga fila que forman los bailarines de a dos, tomándose del brazo.
La palabra candombe aparece por primera vez en una crónica del escritor Isidoro de María (1808–1829). Su génesis se remonta hacia fines del siglo XVIII en el Uruguay y en Argentina, con su característico tamboril y sus personajes prototípicos. Originalmente concebida como pantomima de la coronación de los reyes congos, imitando en la vestimenta y en ciertas figuras coreográficas, las costumbres de los reyes blancos, aunó elementos de la religión bantú y la católica. En una etapa inicial se enriqueció con figuras de contradanza, cuadrilla y otros elementos coreográficos asimilados hábilmente de la cultura blanca. En la ciudad de Buenos Aires, los barrios de San Telmo, Monserrat, La Concepción y Santa Lucía, congregaban multitudes al compás de su ritmo. Fue decreciendo paralelamente con la extinción de la raza negra, diezmada por las guerras y epidemias, y con el caudal inmigratorio que desplazó a los morenos del servicio doméstico, de los oficios artesanales y también de los puestos callejeros.
El Carnavalito
Pertenece al grupo de las grandes danzas colectivas, es jovial, se ejecuta alegremente a modo de juego inocente y familiar. Se bailó en América desde antes del descubrimiento; ha perdurado y hoy sigue practicándose en la región del NOA, especialmente en el centro y norte de Salta y Jujuy. Los bailarines suelen moverse en torno a los músicos o en hilera. Una mujer o un hombre con un pañuelo (a veces un banderín con cintas) en la mano se encarga de dirigir a los demás. Todos cantan la misma copla o entrecruzan improvisaciones. Los danzantes forman filas del brazo o de la mano, también lo hacen los niños y hasta los lactantes sujetos a la espalda de las madres. Las figuras son sencillas: apenas la rueda, la doble rueda, la hilera de itinerario libre y algunas pocas más. Es común el trote, que consiste en una larga fila que forman los bailarines de a dos, tomándose del brazo.
patricia- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 28/05/2010
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